Hay una tensión que atraviesa a todo sistema previsional: la que existe entre el presente y el futuro, entre el profesional que hoy trabaja y el que ya se jubiló.

Los haberes jubilatorios de la institución crecieron por encima de la inflación, alcanzando un aumento real del 11,4% en lo que va del año.

De acuerdo con lo que establece la Ley de la Caja, cada vez que se incrementan los haberes jubilatorios, los aportes también se actualizan, siguiendo el mismo parámetro. Esa relación directa es la que garantiza el equilibrio.

En algunos períodos, los incrementos de aportes se pospusieron o se aplicaron de manera gradual, precisamente para no impactar de lleno en los profesionales activos. Fue una decisión institucional consciente: sostener el equilibrio sin romperlo, conscientes de la realidad económica de los actuales aportantes.

Pensar en la jubilación no debería ser un tema de los últimos años de la profesión, sino una conversación constante con uno mismo.
Imaginar cómo queremos llegar, qué vida queremos sostener, qué seguridad queremos tener cuando llegue el momento de retirarse de la actividad laboral.

Desde la Caja se promueve una mirada integral: la de un profesional que no solo piensa en su presente, sino en el sistema que lo acompaña a lo largo de toda su vida. Porque el bienestar, como la previsión, se construye.