Muchas veces el patrimonio cultural de las grandes ciudades se reduce a sus templos religiosos, museos o icónicas construcciones arquitectónicas, dejando de lado obras de ingeniería, que si bien tuvieron un carácter funcional, son parte de la historia del desarrollo urbano de las ciudades, como sucede con las llamadas “Las Siete Alcantarillas” en el límite suroeste de Córdoba capital.

Famosos son los acueductos romanos dispersos por toda Europa occidental y de las culturas de medio oriente, construidos hace más de dos mil años.  Pero no menos importantes, y mucho más cercanos en el tiempo, los acueductos de los Canales Maestros Sur y Norte, que sirvieron para irrigar más de 16 mil hectáreas del ejido municipal capitalino.

En efecto, en el año 1889 se inauguraban bajo la dirección y construcción de los ingenieros Cassaffousth y Dumesnil, junto a Bialet Massé, el famoso Dique San Roque, que fuera el más importante de Sudamérica en su tiempo, y el dique derivador Mal Paso, en las cercanías de la ciudad de La Calera, del cual se desprendían los dos canales maestros, que junto a canales menores totalizaban unos 340 km de ductos por donde discurría el valioso líquido.

El derrotero de los canales no era sencillo, y en aquellos sectores donde los desniveles del terreno eran significativos, como barrancos u otros accidentes geográficos, el agua se desplazaba a varios metros sobre el nivel del piso por medio de los acueductos, permitiendo así, que los canales mantuvieran su pendiente y cauce natural.

De ellos, quedan tres testimonios que pueden ser visitados, dos en la zona norte, en las ciudades colindantes de Saldán y Villa Warcalde, y tercero, el ya mencionado acueducto “Las siete alcantarillas”, dentro del ejido capitalino, ubicado a metros de la Avenida de Circunvalación, entre las salidas hacia Alta Gracia y Villa Carlos Paz.

Éste ducto citadino, quizás el más renombrado pero el menos conocido por los habitantes locales, está compuesto, curiosamente, por ocho arcos  de ladrillo abovedado y no siete como su nombre lo indica. Su construcción permite traspasar perpendicularmente al arroyo La Cañada, que transcurre bajo sus pies como un pequeño hilo de agua rumbo sur/norte para desaguar en el río Suquía, cerca del centro de la ciudad.

El paisaje de sus alrededores está compuesto por resabios de las ecorregiones del espinal y chaco seco, donde se pueden encontrar algarrobos y quebrachos blancos, junto a molles y palos borrachos, acompañados por especies introducidas de eucaliptus y sauces, que junto al bullicio de las cotorritas verdigris, definen una hermosa postal con los arcos anaranjados de fondo.

El acueducto “Las Siete Alcantarillas”, cuya construcción es más antigua que la aclamada Iglesia de Los Capuchinos, es el testimonio de aquellos adelantados que posicionaron a Córdoba como pionera en obras de ingeniería hidráulica en todo el continente, por lo tanto, dignas de conocer y preservar para las futuras generaciones.