Por: Lic. Mariano Guerrieri

La Argentina, por su disposición en latitud y longitud, es uno de los países más extensos y de mayor diversidad geográfica y biológica del mundo. Pero, además, pocos saben que, si hablamos de altitud, nuestro país está primero en el ranking de América.

Ubicado a unos pocos kilómetros al oeste del fotogénico Puente del Inca y cercano al paso fronterizo argentino-chileno Cristo Redentor, en la provincia de Mendoza, el coloso Cerro Aconcagua despliega toda su magnificencia. Con sus 6.962 msnm, es el segundo pico más alto del mundo, después de la cadena del Himalaya (Asia), el primero del cordón de los Andes y del continente americano.

Sin embargo, no es de extrañar su elevación ya que, en la región centro/norte del país, la cordillera de los Andes concentra las mayores alturas de su recorrido.  Una superficie de 19.400 km2 (extensión similar a la provincia de Tucumán), supera la cota de los 5.000 msnm. Ésta topografía accidentada, determina que Argentina posea 34 macizos con más de 6.000 mts, muchos más que Bolivia (9), Perú (16) y Chile, el más cercano, con 23.

La cumbre del cerro Aconcagua (en quechua “centinela de piedra”), fue conquistada por el suizo Matthias Zurbriggen el 14 de enero de 1897 (el primer argentino fue Nicolás Plantamura, en 1934), a partir de ese momento, y al día de hoy, más de 7.000 personas por año tratan de llegar a su cima pero son pocos los afortunados en lograrlo.

El ascenso al cerro por la cara norte, si bien es la ruta más fácil para los andinistas, ya que no se necesitan elementos de escalada ni máscara de oxígeno para llegar a la cumbre, es la que presenta el mayor índice de mortalidad de todas las montañas de Sudamérica. El mal de altura y los cambios bruscos del clima con la intempestiva  del “viento blanco” (tormenta de nieve), son los verdugos de los aventureros.

Para el común de los turistas, basta sólo con desandar la RN N° 7, por el llamado “Circuito de Alta Montaña” mendocino, y unos kilómetros antes del límite con Chile, se encuentra el acceso al Parque Provincial Aconcagua, desde donde se tiene una magnífica postal de la colosal montaña. Es desde este lugar, que se llega a Plaza de Mulas, el campamento base de las expediciones.

Por otro lado, y si cabe el término “antípoda” del Aconcagua, encontramos un espejo de agua llamado  Laguna del Carbón, en la provincia de Santa Cruz, a unos 50 km al suroeste de Puerto San Julián, en plena estepa patagónica.

En efecto, dicha laguna salitrosa, es con -107 mts “bajo” el nivel mar, la depresión natural más profunda de todas las Américas, superando holgadamente al famoso Valle de la Muerte (Death Valley) en EEUU, que acusa solamente -86 mts.

La Laguna del Carbón, es quizá, el destino turístico menos visitado de nuestro país, pero increíblemente cautivante. Basta sólo con pararse en el fangoso suelo costero del lago, sabiendo que estamos una cuadra por debajo del nivel del mar, y comprobar como los pelos se erizan al instante.

Además, la laguna es la séptima depresión a nivel mundial (el primer lugar, lo ocupa el Mar Muerto, en Galilea, con -396 mts) y forma parte del Gran Bajo de San Julián, cuenca endorreica de 2900 km2, cuya formación se debió a una secuencia volcanoclástica (actividad volcánica), con una gran riqueza de restos fósiles y troncos petrificados, visibles para el visitante.

Las maravillas naturales de Argentina llenan de asombro a propios y extraños, y agigantan el “ser presumido nacional”, de contar con el techo y los cimientos de toda América.

Apunte de viaje: El Departamento de Turismo de la CPS organizó, en repetidas ocasiones, una excursión a Mendoza, donde se pudo admirar la silueta del cerro Aconcagua.