Las pictografías del Cerro Colorado, en Córdoba y las Cuevas de las Manos, en Santa Cruz, son solamente algunos ejemplos de los vestigios aborígenes argentinos famosos, tanto por la singularidad del hallazgo como por su importancia histórica. Sin embargo, la Argentina prehispánica guarda un sinnúmero de sitios inhóspitos, que solo el ojo inquieto de un viajero puede descubrir y desenterrar sus misterios. Este es el caso del sitio arqueológico Para Yacu.
Ubicado a unos 8 km de la ciudad histórica de Sumampa, al sur de la provincia de Santiago del Estero, en las estribaciones septentrionales de las sierras pampeanas por Ruta Provincial n° 13, se emplaza, en medio de un tupido bosque de talas y algarrobos, este enigmático lugar cuyo nombre, en lengua quechua significa “agua de lluvia”. Fue habitado antiguamente por comunidades de Abipones y Sanavirones, etnias que tuvieron contacto con los Comechingones cordobeses del sur. Al igual que estos últimos, tenían un gran porte, pero no llevaban barba y eran pueblos guerreros por naturaleza, que dominaron el centro de la provincia durante los siglos XV y XVII.
Parayacu fue un sitio sagrado, rodeado de enormes bloques de canto rodado (de misteriosa procedencia), donde los naturales plasmaron en la roca granítica un sinnúmero de figuras lineales y geométricas, algunas talladas y otras pintadas, que constituyen singulares murales del más puro arte rupestre santiagueño, adornando los aleros, que además, servían de resguardo ante las inclemencias del tiempo.
Los petroglifos y pictografías policromáticas, tenían carácter místico y estaban caracterizadas por figuras como el “toqui” o signo tribal, pisadas de felinos y aves.
Estos aleros fueron, además, lugares de reunión, oración y agradecimiento de los indios Abipones luego de terminados sus fructíferos y temibles malones por la comarca, y quizás el último refugio antes de su desaparición definitiva en manos del hombre blanco.
Los estudios científicos realizados en este yacimiento son escasos pero el valor cultural e histórico es incalculable, algunos instrumentos de caza y piezas de cerámica funeraria, se pueden encontrar en las colecciones del Museo Provincial de Ciencias Antropológicas y Naturales “Duncan y Emilio Wagner” en la capital santiagueña.
El yacimiento arqueológico de Para Yacu es un tesoro escondido que espera ser redescubierto y protegido por nosotros, dándonos la posibilidad de comprender que los argentinos no solo “descendemos de los barcos” como dice una vieja canción de Litto Nebbia, sino que formamos parte de una cultura mucho más antigua que vive olvidada entre nosotros.