Contrariamente a lo que se cree, la provincia de Santiago del Estero, no solamente es una calurosa llanura salitrosa, ya que posee en su porción sur y suroeste dos cordones montañosos, Sumampa y Ambargasta, respectivamente, con una riqueza histórica-cultural y paisajística increíble. El paraje Sumampa Viejo es su principal referente.

Las elevaciones presentes en la provincia, corresponden a la última porción de las Sierras Pampeanas Septentrionales, que nacen en Córdoba y reciben el nombre de Sierras Chicas, visitadas masivamente por el turismo.

Más allá de la cuestión orográfica, esta tierra fue habitada prehistóricamente por la etnia sanavirona, aborígenes sedentarios que cultivaban el maíz, porotos y zapallo, y que influenciaron en sus costumbres a los vecinos comechingones cordobeses.

Desde la fundación de la ciudad de Santiago del Estero por el adelantado Francisco de Aguirre en 1553, el más antiguo enclave español en el país, la geografía chaqueña comenzó a habitarse. Y como era de costumbre, se dieron tierras en encomienda, correspondiéndole a Pedro Villalba la zona sur provincial, y cuya descendencia, producirá un hecho histórico totalmente desconocido, que marcará el destino de la fe en el país.

En efecto, el hacendado portugués Antonio Farías Sáa, casado con una familiar de aquel antiguo colonizador, encargó a principios de 1630, dos imágenes de la virgen María para su adoración a un amigo de Pernambuco, en Brasil. Las imágenes llegaron en barco al puerto de Buenos Aires en el mes de mayo en sendos cajones de madera. Inmediatamente, un convoy tirado por bueyes inicio su marcha hacia el norte.

Transcurridos tres días de viaje, la caravana se detuvo para descansar en el paraje Zelayes, en el actual Partido de Pilar en la provincia de Buenos Aires. Al día siguiente, los hombres no podían hacer avanzar a las bestias, hasta que bajaron una de las cajas de madera. Tamaña sorpresa se llevaron aquellos al observar el contenido. Se trataba de una pequeña representación de la Inmaculada Concepción confeccionada en arcilla cocida. Interpretando que era un hecho milagroso, los viajeros dejaron la estatuilla en el lugar, sin imaginar que se convertiría en la Patrona de la Argentina y multitudinariamente venerada como Nuestra Señora de Luján en la ciudad homónima.

Mientras tanto, el cajón restante, siguió su marcha junto al séquito en búsqueda de su destino original, para arribar a tierras santiagueñas en noviembre de ese mismo año. La imagen, que en este caso representaba a la virgen con el niño en brazos, fue recibida por la familia Sáa en una humilde ceremonia religiosa y depositada en un rancho de madera, con techo de paja.

Si bien, su advocación como Nuestra Señora de la Consolación creció localmente. Con el paso del tiempo, la historia de su existencia fue olvidada en el resto del país, en contraste con su hermana bonaerense, que se convirtió en la figura central de todos los actos patrios y religiosos argentinos.

Adentrarse en el paraje Sumampa Viejo (en quechua “hermosa vertiente”), ubicado a escasos 4 kilómetros hacia el este de la actual Sumampa Nuevo, pujante pueblo ferroviario, es sumergirse en la historia viva de naturales y colonos, que pugnaban por dominar las serranías, con numerosos arroyos y tierras fértiles. Testigos de las numerosas escaramuzas, son las agujereadas y mal trechas puertas del actual templo colonial de finales del Siglo XVIII, declarado Monumento Histórico Nacional. 

Admirar el cordón de las sierras pampeanas y las vastas llanuras chaqueñas desde el Cerro de la Cruz, que custodia el santuario, es una experiencia acogedora. Como lo es también, imaginarse el colorido y bullicioso ambiente festivo en honor a la virgen a finales de noviembre, entre zambas y chacareras, bombos y guitarras, bailando en los patios de tierra, cuando el lugar vuelve a cobrar vida. Para luego, dar paso a una somnolienta paz entre quebrachos, algarrobos y palo cruz, con sus hermosas flores amarillas.

Para completar el viaje, en cercanías a la iglesia, se pueden admirar el cerro Cara del Indio, formación rocosa semejante a un rosto humano. Toparse con un socavón “de oro”, infructuosa empresa extractiva que emprendieron dos españoles a principios de 1900, queriendo encontrar una veta del valioso metal. Morteros y pictografías rupestres zoomorfas escondidas entre ucles (cactácea de 8 metros de altura) y cardones en paraje “Piedra Pintada”, jerarquizan esta comarca.

Sumampa, que fuera posta del Camino Real y viera pasar en 1566, a San Francisco Solano, en su derrotero por el noroeste argentino, es un tesoro escondido en la serranía chaqueña santiagueña que merece una visita.

Apunte de viaje: A 35 km al este de Sumampa por ruta provincial 13, se encuentran los Bañados del Río Utis, un brazo secundario del Río Dulce, es meca de pescadores, además de un paraíso para las aves y animales de los humedales, colindantes a la Laguna de Mar Chiquita, en donde desaguan sus aguas.

Por: Lic. Mariano Guerrieri